ALFONSO
Pues la casa donde vivo ha sido de mi familia por generaciones. Cuando se casó mi abuela, su padre la construyó para ella. Está en el centro histórico de Sevilla. Allí nacieron mi padre y mi tía y vivieron mis abuelos hasta su muerte. Luego se la quedó mi tía, porque mis padres se fueron a Madrid. Pero muchas veces yo iba allí a pasar las vacaciones. En un momento, mi tía quería irse a un chalé en las afueras y la casa estaba muy vieja y dejó el dinero. Luego la fui arreglando poco a poco. Ahora soy la envidia de toda mi familia.
VERÓNICA
Yo, de pequeña, vivía en las afueras y siempre tenía problemas de transporte: para el colegio, luego para la universidad, para volver por las noches... Nadie quería venir a mi casa... Siempre pensaba: "Cuando sea mayor, viviré en el mismo centro de Barcelona". Así que cuando me casé, compramos una casa en el centro. Era pequeñísima, estaba en una calle oscura y había problemas de aparcamiento... Luego tuvimos otro piso más grande y luminoso, pero el ruido era insoportable. Un día fuimos a visitar a unos amigos en el pueblo de Sant Cugat del Vallés. Al lado de su chalé había otro en venta y a los dos nos encantó. Preguntamos el precio... y aquí vivimos felices desde hace diez años.
ROBERTO
A mí me encanta mi casa. Es pequeñita, pero está muy bien situada. Tiene dos dormitorios, uno para nosotros, con un cuarto de baño incorporado, y otro para los niños, otro cuarto de baño, un salón bastante grande y una sala que es donde solemos estar normalmente. Nuestro plan es, cuando los niños crezcan, convertir esta sala en otro dormitorio, para que puedan tener un poco de independencia. Pero por ahora pueden perfectamente compartir una habitación. Una de las cosas mejores que tiene es que, aunque está muy céntrica, la calle es muy tranquila y por la noche no se oye ni un ruido. Pero a veces resulta difícil encontrar dónde dejar el coche, sobre todo, si volvemos tarde.