Durante la infancia todos hemos jugado a construir casas con bloques de madera, formas de plástico o de plastilina. Es en esas ocasiones de nuestra vida infantil que por algunos momentos somos pequeños arquitectos, proyectamos y creamos espacios imaginarios donde vivir. Para la mayoría de nosotros, esos instantes y todo lo que imaginamos, nunca se convertirán en realidad.
Pero no para todos. El arquitecto canadiense Frank O. Gehry, de niño estaba fascinado por las criaturas marinas, y cuando mucho después llegó a ser arquitecto, no se olvidó de esta pasión. Cuando empezó a construir edificios, mantuvo en sus construcciones la fantasía y la originalidad de su inspiración. El ejemplo más sorprendente es el famoso Museo Guggenheim de Bilbao. Es una edificación que a algunas personas recuerda una nave espacial o un velero, a otras un reptil gigantesco, o una criatura marina. Lo cierto es que les gusta a todo el mundo: niños y adultos, arquitectos y diseñadores porque es la realización de algo que no parecía posible construir. La primera sorpresas es que una construcción que no parece un edificio porque no existe ni una sola superficie plana.
Se caracteriza por tener formas curvilíneas y una serie de volúmenes de piedra conectados, unos de forma octogonal, otros no, todos recubiertos de paneles de titanio. Estos volúmenes se conectan con muros de cortina de vidrio, lo que hace que la construcción sea muy luminosa.
Fue posible utilizar el titanio y diseñar una dora con formas tan frluidas gracias a un programa informático de diseño tridimensional llamado Catia, capaz de proyectar superficies curvas y onduladas con control númerico finito. Para obtener las formas del edificio, Gehry trabajó con modelos de papel y madera. Cada superficie curva del modelo era procesada digitalmente en el programa y así se obtenían los datos para la realización y construcción de las superficies. Los paneles de titanio, de un grosor de medio milímetro, tienen un aspecto rugoso que Gehry quería para que den una impresión táctil al conjunto. Han sido comparadas muchas veces con las escamas de los peces.
El Guggenheim de Bilbao es la sede del Museo de Arte Contemporáneo de Bilbao y desde que se inauguró en 1997 lo han visitado millones de personas. Durante el primer año de vida el museo tuvo 1.300.000 visitantes. La fama del Museo Guggenheim sigue creciendo desde entonces y muchos arquitectos definen esta obra como el ejemplo de arquitectura más moderna del siglo XX.
Señala la opción correcta.
Según el texto, durante nuestra infancia:
- no somos capaces de construir casas
- mientras jugamos en ocasiones somos todos arquitectos
- nos gusta jugar con los bloques de madera
Las fantasías infantiles del arquitecto Frank Gehry:
- se transformaron en edificios concretos
- lo impresionaban mucho por ser criaturas marinas
- nunca se pudieron convertir en realidad
El Museo Guggenheim de Bilbao:
- es un edificio imposible de visitar
- es un edificio sobre el cual nadie se pone de acuerdo
- recuerda la fuente de inspiración de Gehry
El Museo Guggenheim no parece ser un edificio porque:
- aparentemente no tiene superficies planas
- sus paredes son todas curvilineas
- podría ser luminoso si no tuviera titanio
Fue posible construir un edificio de formas fluidas porque:
- los modelos de papel eran así
- se utilizó un programa informático especial
- existía un control numérico finito
El uso del titanio:
- no le da un buen aspecto al edificio
- vuelve las superficies demasiado gruesas
- recuerda la piel de los peces
Desde su inauguración, el Museo Guggenheim de Bilbao:
- ha sido visitado por 1.300.000 visitantes
- se ha ampliado desde que fue construido
- ha sido muy visitado y ha tenido mucha fama
Muchos expertos en arquitectura consideran que la obra de Gehry:
- es demasiado vanguardista
- es la obra arquitectónica más importante del siglo pasado
- es mejor que sea un edificio moderno