lunes, 18 de mayo de 2020

Las cataratas de Iguazú (3A)

En el año 1542 Alvar Núñez Cabeza de Vaca divisó las sorprendentes cataratas del río               Iguazú y las bautizó como «saltos de Santa María», nombre que con el tiempo fue               reemplazado por su primitiva denominación guaraní Iguazú, que significa “agua grande”.


La impresionante belleza paisajística de las Cataratas del Iguazú, así como la variada y              abundante vida animal y el interés botánico que encierran, han convertido a este paraje              en uno de los centros turísticos más importantes y bellos del mundo. El río Iguazú, que                nace en el estado brasileño de Paraná, forma en las cercanías de su confluencia con el                río Paraná un gran sistema de cataratas, en la frontera entre Brasil y la Argentina. El                sistema está constituido por más de 270 cascadas originadas por la existencia de             numerosas islas pequeñas que dividen la corriente principal del río. Las cascadas            presentan una altura de hasta 82 m. y una anchura de 4 Km., dimensiones que las                sitúan entre las cataratas más importantes y espectaculares del mundo: solo su anchura             supera cuatro veces a la de las cataratas del Niágara, en Norteamérica. Para preservar la               selva sub-tropical que rodea las cataratas se crearon dos parques nacionales: el Parque             Nacional Iguazú en Argentina y el Parque Nacional do Iguaçu en Brasil.

Cuenta la leyenda que hace muchos años habitaba el río Iguazú una enorme y              monstruosa serpiente cuyo nombre era Boi. Los indígenas guaraníes debían una vez al             año sacrificar una bella doncella y entregársela a Boi, arrojándola al río; para esta              ceremonia se invitaba a todas las tribus guaraníes, incluso a las que vivían más alejadas.               Un año llegó al frente de su tribu un joven cuyo nombre era Tarobá; este, al conocer a la                   bella doncella india Naipí, que ese año estaba consagrada al sacrificio, se rebeló contra              los ancianos de la tribu y en vano intentó convencerlos para que no la sacrificaran. Con                el objetivo de salvarla, la noche anterior al sacrificio cargó a Naipí en su canoa e intentó                 raptarla escapando por el río. Pero Boi, que se había enterado de esto, se puso tan                furiosa que encorvando su lomo partió el curso del río formando las cataratas, y atrapó a                Tarobá y a Naipí. A él lo transformó en los árboles que hoy podemos ver en la parte                  superior de las cataratas y a la cabellera de la bella Naipí en la caída de las mismas;                  luego se sumergió en la Garganta del Diablo, y desde ahí vigila que los amantes no                vuelvan a unirse, pero en días de pleno sol el arco iris supera el poder de Boi y los une…

En 1984 el Parque Nacional Iguazú fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la              Organización de las Naciones Unidas. En 2013 la UNESCO galardonó al Parque Nacional             Iguazú como Valor Universal Excepcional, al tratarse de un territorio de importancia            cultural y natural tan extraordinaria que trasciende las fronteras nacionales y “cobra            importancia para las generaciones presentes y venideras de toda la humanidad”.