Una mañana malagueña de 40 grados a la sombra, entró Anne a un supermercado que le pillaba de paso para comprar algo de comida. Segundos antes de que abriera la boca, el dependiente se adelantó y dijo con un gran entusiasmo y viva voz:
– ¿Qué te pongo, corazón?
A lo que Anne se extrañó porque no terminaba de entender qué tenía que ver la palabra corazón para pedir comida, y directamente pensó que el dependiente le quería vender un corazón o quizá algo mucho peor, le estaba pidiendo el suyo. En cuanto pudo, reaccionó y le respondió al dependiente:
– Señor, yo no como corazones.
Al segundo, le sorprendieron las carcajadas de la gente de alrededor y del mismo dependiente:
– No, no, aquí nadie come corazón.- Le explicó seguidamente a Anne.
– He preguntado que qué te pongo mi corazón, o si lo prefieres, mi cielo, mi amor… Nos gusta decir piropos a la gente, es nuestra forma de ser amables.
Inmediatamente, Anne se puso roja de la vergüenza, pidió un par de cosas, pagó y se fue corriendo. Al salir por la puerta, el dependiente gritó con alegría:
– A la cama no te irás, sin aprender una cosa más.
Lee la siguiente información sobre el texto y responde con verdadero o falso.
- La chica de esta historia se fue a vivir a España porque quería mejorar los conocimientos de la lengua
- Un día, Anne estaba comprando en un supermercado y tuvo un malentendido con el dependiente
- Al hombre de la tienda se le aceleró el corazón
- El dependiente atendió con un halago a Anne
- Al hombre de la tienda le gustaba la chica
- Anne aprendió algo de esa situación para la próxima vez