jueves, 25 de noviembre de 2021

La España vacía y vaciada (3A-3B)

  

Un proceso que viene de lejos

La migración del campo a la ciudad no es un fenómeno social nuevo, pues ya desde finales del siglo XIX el abandono de las zonas rurales y de los trabajos ligados a la tierra tuvo lugar en toda Europa. España no fue una excepción; de hecho muchas personas dejaron sus pueblos y aldeas de origen en busca de una vida mejor en las ciudades. Allí las fábricas garantizaban un sueldo seguro y no pasar hambre.
Las zonas del interior de la península fueron las más afectadas por la progresiva despoblación y el abandono de buena parte del centro de España explicaría en parte la situación demográfica actual de algunas provincias  de Castilla y Aragón, entre otras.

La ciudad como meta

La marcha de población hacia las zonas más industrializadas durante la década de los sesenta, momento del llamado “milagro económico español”  fue decisiva para el futuro de las zonas rurales, aunque no solo. Las principales ciudades españolas, como Madrid o Barcelona, crecían en número de habitantes y en densidad mientras que el interior del país perdía habitantes.
En su publicación, La España vacía (2016), Sergio del Molino ilustra el proceso de cómo se han vaciado a lo largo de los años pueblos y aldeas. El resultado es que hay provincias españolas que cuentan con menos de 80 mil habitantes y que el 48% de los municipios tiene una densidad inferior a 12,5 habitantes por Km2.

España respecto a Italia

Según estudios realizados por el INE (Instituto Nacional de Estadística), la densidad media por Km2 en España es de 92 habitantes, pues la población estimada gira alrededor de los 47 millones de habitantes en un territorio de unos 500 mil km2.
Italia, en cambio, tiene una densidad de 200 habitantes por Km2, más del doble que España, en una superficie de 300 mil Km2 en la que habitan unos 60 millones de personas.

Desequilibrio territorial y social

Más allá de las estadísticas sobre densidad y territorio, el problema que se plantea es humano y social. Los residentes de los municipios poco poblados reclaman la atención del Estado porque tienen los mismos derechos que los demás españoles, no son ciudadanos de segunda.
 “Existimos y resistimos” son las palabras de una joven de 24 años integrante del Bloque Joven Rural, quien asegura que tanto ella como los 500 habitantes de su pueblo quieren seguir viviendo allí pero no les están dejando. La falta de infraestructuras y de servicios básicos hace la vida más complicada y favorece la desigualdad de oportunidades. 
Del mismo modo, el alcalde de un pueblo de Covarrubias (Burgos), declara que “si solo miden la rentabilidad económica, (los pueblos pequeños) no somos rentables, pero éste no puede ser el estándar”.

Unidos contra la despoblación para salvar los pueblos

Las provincias de Teruel, Soria y Cuenca son las más afectadas por ser las menos pobladas de España, pues apenas llegan a los 80.000 habitantes. De hecho, la importante manifestación que tuvo lugar en Madrid el pasado 31 de marzo, estaba organizada por las plataformas pioneras en este ámbito, Teruel Existe y Soria ¡Ya!. A ellas se sumaron casi un centenar de asociaciones de 24 provincias.
El punto de partida para encontrar una solución a la “España vaciada”, como prefieren llamarla los organizadores, es unir esfuerzos para terminar con la pérdida de habitantes del medio rural, considerado perjudicial para el país entero.
Una de las estrategias de los colectivos involucrados en esta lucha es modificar radicalmente la percepción sobre el medio rural y presentarlo como un espacio de oportunidades: generar oportunidades es garantizar un futuro para los pueblos.
La situación es preocupante y podrían llegar a extinguirse unos 4.000 municipios, de los 8.000 amenazados, lo que representa el 53% del territorio español