No importa si el turista llega por mar, por aire o por tierra. El resultado es siempre el mismo: en cuanto ve la alta cordillera Cantábrica, los extensos valles verdes, sus costas bañadas por ese mar tan azul, se enamora de Asturias, incluso antes de pisarla. De hecho, el turista que visita este territorio necesita sus cinco sentidos en acción, puesto que sin ellos es imposible saborear completamente su gastronomía, maravillarse con su arquitectura, respirar el aire puro de sus bosques o disfrutar de la hospitalidad de su gente en uno de sus pueblos ejemplares.
El principado de Asturias está situado en el noroeste de la península ibérica, en plena España verde, y se caracteriza por su gran variedad de paisajes (en pocos kilómetros se pasa del litoral a la alta montaña), por sus temperaturas suaves y sus abundantes precipitaciones repartidas a lo largo del año. Su clima favorece la presencia de bosques espesos, en los que viven especies típicas, como el oso pardo, o animales en peligro de extinción como el urogallo.
Muchas personas eligen Asturias para pasar sus vacaciones porque es una meta ideal no solo para las familias con hijos y los amantes de la naturaleza, sino también para quienes deseen disfrutar de unos días de descanso diferentes. Aquí podrán relajarse mientras practican senderismo, dan largos paseos en bici o a caballo o, si prefieren vivir emociones fuertes, descienden en canoa por los rápidos de los ríos y hacen espeleología o montañismo.
De todas las ciudades y pueblos que se pueden visitar, hay una que el turista debe obligatoriamente ver: Covadonga, la primera capital del antiguo Reino de Asturias. Aquí, además de ver la basílica y el santuario, situado en el interior de una cueva, también podrá visitar el lugar en el que, en el año 722, Don Pelayo, un noble visigodo, y otros vecinos del lugar se rebelaron y se negaron a seguir pagando impuestos a los musulmanes. Estos últimos formaron un ejército de diez mil hombres y se dirigieron hacia aquí para castigarlos. Don Pelayo y los suyos no se habían quedado con los brazos cruzados, sino que, a su vez, reunieron a cuatrocientos guerreros para hacer frente a los moros. Contra todo pronóstico, vencieron los cristianos y con su victoria se inició la Reconquista. ¿Cómo pudieron vencer? ¡Fácil! Conocían mejor el terreno.
Si los paisajes y la historia son dos de las mayores atracciones de estas tierras, seguramente el tercer puesto lo ocupa su cocina. La principal característica de la gastronomía asturiana es su diversidad: cambia de pueblo en pueblo. Si yo tuviera que elegir dos protagonistas, me quedaría con su plato más conocido, la fabada; y con el queso, ya sea de vaca, oveja o cabra. Se dice que en Asturias se encuentra el mayor número de quesos por kilómetro cuadrado del mundo.