Se puede fabricar bioplástico a partir de maíz, de cabezas de gamba o de cáscara de mejillón. También sirve la fécula de patata. Esta es la opción que más convenció a Maite Cantón para diseñar un chubasquero 100% biodegradable. Su proyecto apuesta por devolver a la tierra lo que es de la tierra. Las instrucciones son simples: tras dos o tres años de vida útil del protegelluvias, en lugar de tirarlo, se entierra. En seis meses no queda ni rastro de él.
“Durante dos años estuvimos investigando con una empresa británica qué tipo de bioplástico era el más adecuado para fabricar un chubasquero”, cuenta Cantón, emprendedora de 47 años que en 2009 lanzó Equilicua, una compañía de productos ecológicos que, como reza su lema, “te hacen pensar”. La idea le surgió cuando vio unas imágenes de montañas de chubasqueros de plástico convencional en un vertedero. Eso le hizo reflexionar sobre la cantidad de eventos deportivos o musicales en los que estos residuos contaminantes acaban en el mismo lugar.
Al primer prototipo, de color blanquecino, siguieron otros
con tres estampados: zanahorias, guisantes y tomates. No era solo un nuevo
diseño. Esta vez los modelos incluían un pequeño bolsillo con semillas de estas
plantas en su interior. También se hicieron modelos con semillas de flores,
plantas y arbustos mediterráneos. Utilizaron una técnica japonesa llamada Nendo
Dango, que consiste en proteger las semillas con una bolita del tamaño de un
garbanzo de arcilla y un poco de abono, que aporta nutrientes y evita que las
semillas sean comidas por los pájaros para asegurar su germinación.
El tejido del impermeable se fabrica en Galicia (en Orense)
con un bioplástico a base de fécula de patata francesa y se cose en Gijón con
hilo de algodón orgánico, manteniendo los principios de sostenibilidad
ambiental, social y económica por los que se rige la empresa. El 90% de las
ventas de estos chubasqueros se efectúa en el extranjero, y su principal
mercado es el asiático, sobre todo China, país que, a pesar de ser uno de los
más contaminantes del planeta, está abierto al mundo de la sostenibilidad. “En
España falta concienciación y el precio -entre los 8 y los 16 euros- puede
parecer alto”, asegura Inge Olabarri, otra de las socias que se unió al
proyecto en 2014.
Desde mayo de 2011, el número de emprendedores que
desarrollan su actividad dentro del sector medio ambiental se ha incrementado
en España en un 281% llegando a los 7.180 profesionales, según datos de la Red
Emprendeverde, la primera plataforma española especializada en el negocio verde
impulsada por la fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio de
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
Además de estos chubasqueros, de un curso de robótica del
Massachusetts Institute o f Technology (MIT), en Cambridge (Boston), nació un
lápiz con una cápsula de semillas en uno de los extremos que, una vez usado, se
planta y brotan hasta 13 plantas distintas como la menta, la albahaca o el
romero. Enterrado con la parte de la cápsula hacia abajo, la semilla tarda en
brotar entre 24 horas y dos semanas, depende de la planta que se escoja.