martes, 23 de abril de 2024

Un rincón de España en Nueva York (B1)

Los orígenes de la Hispanic Society of America se remontan a principios del siglo XX, cuando el filántropo y apasionado del arte y la cultura hispánicas, Archer Milton Huntington, decidió construir un edificio en estilo Beaux Arts para custodiar el patrimonio bibliográfico y los objetos que había ido acumulando a lo largo de sus viajes. Situada en el norte del famoso barrio neoyorquino de Manhattan, la Hispanic Society posee una extensa biblioteca, así como colecciones de piezas de interés artístico, histórico y arqueológico legadas por Huntington.

Tras el descubrimiento del mundo hispano

Gracias a la fortuna familiar y al apoyo de sus padres, que siempre lo animaron a cultivar sus intereses culturales, el joven Archer pudo dedicarse a viajar por todo el mundo. A la edad de 15 años realizó un viaje a México que resultó determinante para su interés por la cultura hispánica; a los 22 visitó por primera vez España y a partir de entonces su pasión y amor por las Letras y las Artes españolas fueron en aumento. Así pues, Huntington estudió y aprendió bien el idioma, financió y participó activamente en las excavaciones de la ciudad romana de Itálica (Sevilla) y se dedicó a comprar pinturas, esculturas y objetos artísticos, desde cerámicas hasta piezas de orfebrería, pasando por manuscritos e incunables.

La realización de un sueño

Este arqueólogo e hispanista estadounidense quería cumplir su sueño: fundar un museo con los objetos artísticos españoles que había ido coleccionando y exponerlos al público para que todo el mundo pudiera disfrutar de ellos. Sin embargo, el espíritu humanista y filántropo de Huntington lo llevó a proyectar algo más que un museo. Y lo consiguió.

La prestigiosa institución abrió sus puertas el 18 de mayo de 1904 en la ciudad de Nueva York y desde sus inicios tenía bien claro que aspiraba a convertirse en un centro cultural único. La Hispanic Society es al mismo tiempo una biblioteca, un museo y una institución pública y gratuita, tal y como se especifica en su página web. Del mismo modo su misión sigue siendo la misma que empujó a Huntington a fundarla, es decir, contribuir «fomento del estudio de las lenguas, la literatura y la historia española y portuguesa, así como al fomento del estudio de los países donde se habla o se ha hablado español y portugués».

Una biblioteca de ejemplares únicos

Resultado de la considerable recopilación de libros de especial interés realizada por Huntington es el fondo bibliográfico único de la biblioteca de la fundación, tanto por la cantidad de volúmenes como por la calidad y rareza de sus ejemplares. De hecho, el departamento de Manuscritos y Libros Raros de la Hispanic Society cuenta con unos
30 000 volúmenes anteriores al 1830, además de aproximadamente 250 incunables, es decir libros impresos antes del 1500. Por otro lado, la biblioteca de la Hispanic Society sigue creciendo, posee una sección de autores modernos y contemporáneos, y lleva a cabo actividades relacionadas con su misión de divulgación de las culturas hispánicas.

Piezas singulares de arte español

Un capítulo aparte lo merece la colección de pinturas que se conservan en el museo de la prestigiosa institución neoyorkina. Gracias a su gusto refinado y ojo experto – y, por supuesto, a sus posibilidades económicas – Huntington adquirió a lo largo de su vida cuadros de gran valor firmados por importantes pintores españoles, en la mayoría de los casos auténticas obras maestras de los artistas del barroco, aunque también de pintores contemporáneos.

Así, fascinado por el estilo de Joaquín Sorolla y Bastida, el fundador de la Hispanic Society le encargó a este pintor en 1911 la decoración de la biblioteca de su centro cultural. La propuesta del llamado pintor de la luz fue una serie de catorce paneles de grandes dimensiones que tituló Visiones de España.

Cada uno de estos óleos reproduce una escena representativa de una determinada región española, desde una fiesta popular hasta un rasgo característico de su folclore. Sorolla dedicó unos diez años de su vida para realizar lo que puede considerarse un auténtico monumento a España en plena ciudad de Nueva York.