En los últimos años el desarrollo de una mayor conciencia medioambiental ha propiciado un cambio de paradigma a la hora de hacer la compra. Hoy en día tenemos más en cuenta el origen de los productos que queremos consumir y nos informamos mejor sobre cuáles son los alimentos de temporada y más al alcance en nuestras zonas.
Cultivar localmente es pensar globalmente
Una reflexión global sobre nuestro estilo de vida ha dado pie a inventar fórmulas alternativas a la hora de alimentarnos de manera saludable en el respeto del entorno y la propia salud. Además de consumir cada vez más productos de cercanía – también denominados de kilómetro cero – la idea de sembrar y cultivar las propias verduras y hortalizas ha ido afirmándose en muchos núcleos urbanos del territorio español.
Ser parte activa de un cambio en nuestro modo de alimentarnos y al mismo tiempo crear espacios verdes en las ciudades se refleja, entre otras cosas, en la proliferación de huertos urbanos.
¿Qué son los huertos urbanos?
Los primeros huertos urbanos en Europa hay que buscarlos en épocas de pura necesidad alimenticia y de carestía, durante las guerras, cuando en las ciudades las personas usaban como huerto para poder nutrirse cualquier espacio donde hubiera tierra. Afortunadamente ahora ya no es así, y en nuestros días el huerto urbano es una alternativa que permite cultivar alimentos de manera sostenible, aparte de llevar a nuestra mesa alimentos frescos y saludables.
Estos "jardines comestibles" pueden considerarse indicadores válidos de la voluntad de establecer una conexión real entre la ciudad y el campo. En principio no importa su tamaño y los hay de muchos tipos: desde un balcón o una terraza, hasta la azotea comunitaria de nuestro edificio, todos son un buen sitio donde crear una pequeña huerta en la que plantar productos de temporada, verlos crecer pensando, quizás, en cómo los consumiremos.
Una forma popular y ecológica de habitar las ciudades
En vista de que el número de hortelanos ha aumentado en las ciudades españolas en las últimas décadas, los ayuntamientos han recuperado solares urbanos en diferentes barrios para que sus vecinos puedan dedicarse a prácticas agrícolas y llevar a cabo iniciativas relacionadas, por ejemplo, con el intercambio de frutas y verduras cultivadas por ellos mismos o de información sobre cómo y cuándo cultivar, qué semillas utilizar, la frecuencia del riego etc.
De ahí que los huertos municipales se hayan convertido en un factor clave para quienes consideran necesario un cambio en el estilo de vida de las ciudades, así como en la alimentación de cada día.
Beneficios sociales y ambientales
Los beneficios de cultivar en zonas urbanas están más que demostrados, afirman los seguidores de esta práctica. Por un lado, se recupera el gusto por conocer los productos típicos de cada estación – nuestros abuelos sabían perfectamente que no hay fresas en diciembre o coliflores en agosto –, por otro, disminuye el impacto negativo de los transportes o los abonos e insecticidas químicos en el medioambiente, los cuales a largo plazo repercuten en nuestra salud.
Intercambiar tomates, lechugas o pimientos con nuestros vecinos es una forma de socializar y relacionarnos con los demás y nuestro entorno más inmediato. Además de aumentar la diversidad en la alimentación y generar un ahorro en la cesta de la compra, el huerto comunitario contribuye a la educación ambiental y la creación de espacios verdes en las ciudades.
Un caso virtuoso
Con más de 30 años de actividad, los huertos urbanos del Parque de Miraflores de Sevilla son todo un referente en España y en el extranjero. Los habitantes de la zona lograron convertir un vertedero de 90 hectáreas en huertos para familias que querían sembrar y cosechar la tierra para autoabastecerse. Gracias a la labor llevada a cabo en la zona, el Huerto de Las Moreras fue premiado por Naciones Unidas como ejemplo de buenas prácticas por cumplir una función social que responde a necesidades reales, como es la recuperación del paisaje agrario que había desaparecido a raíz del desarrollismo urbano de finales del siglo XX.
En definitiva, cultivar un huerto en casa, en nuestro barrio o en nuestra ciudad aporta muchas ventajas, es bueno para nuestra alimentación, nuestra salud y cuidamos del medio ambiente. ¡Piénsatelo y pon en marcha el tuyo!