miércoles, 15 de noviembre de 2023

Su primer libro (B2)

 Vas a leer cuatro textos en los que cuatro escritores recuerdan cómo publicaron su primer libro. Relacione las preguntas, con los textos (A, B, C y D).  


A. Rafael Era un periodista joven e inexperto cuando, en 1995, entregué mi primera novela a la editorial Planeta. Se llamaba Invierno en la torre, y el diario El Mercurio publicó una reseña que se llamaba «A patadas con las palabras» y decía que la condena para el autor era pasar cinco años y un día sin escribir. En un programa de televisión donde había críticos y escritores preguntaron: «¿Cuál es el peor escritor de Chile?», y una señorita dijo: «Rafael Gumucio». Me quedé bloqueado, pero decidí no tirar la toalla y al año siguiente escribí Memorias prematuras, y dije: «Bueno, si está mal, es el final de todo». Pero hubo críticas halagüeñas y ahí empezó mi carrera real. Pensar que publicar un libro te transforma en escritor es lo mismo que pensar que cuando eres padre por primera vez te transformas en padre. Es algo que vas a tener que demostrarte a ti mismo todos los días. 

B. Alberto Conseguí mi primer contrato porque el escritor Antonio Skármeta, a cuyo taller asistía, le habló con admiración de un texto mío a un editor de Planeta. El editor me citó en un café y me hizo firmar un contrato en una servilleta. Fue como existir antes de existir. Tardé tanto en escribir esa novela que antes escribí un cuento, Sobredosis, con el que me presenté a un premio. Es muy importante cómo se lanza un escritor y en ese sentido yo siento que sobreviví a pesar de todo. La fiesta de lanzamiento se hizo en una discoteca, con actrices y gente famosa. Aunque en un programa de televisión la crítica fue atroz, el libro se agotó en cuatro días. Si bien me importaba no ser aceptado, tampoco me destrozó porque yo quería ser director de cine. Y entonces me envalentonaba, y pensaba: «¿Quieren pelear? Vamos a pelear». 

C. Mariana Mi familia creía que yo merecía el Nobel, y para demostrarles que estaban equivocados junté diez cuentos, los presenté a un certamen y resulta que gané. Después le dejé el manuscrito de mi primera novela a un colega de trabajo que conocía al editor de Planeta. Al tiempo, recibí un correo electrónico diciendo que me iban a publicar. Se llamó El núcleo del disturbio, se publicó en 2002, y salieron algunas reseñas buenas. Pero fue devastador. Para el lanzamiento del libro me llevaron a un programa de televisión y un periodista me preguntó si yo estaba con la línea de los escritores autorreferenciales o narrativistas, y yo no tenía idea de qué era eso, entonces di una respuesta muy ignorante: «Bueno, me gustan las dos». Durante mucho tiempo ese libro me dio vergüenza. El segundo es de 2009, para que veas el tamaño del trauma. 

D. Ricardo En 1998 trabajaba como profesor de filosofía y me habían destinado a un instituto de Oviedo. Una noche en que tenía una hora libre, subí a mi departamento y me encontré a Benito García Noriega ojeando unos papeles. Eran unas galeradas del Viaje sentimental de Laurence Sterne. Descubrimos dos cosas: que él, aparte de catedrático de Filosofía, era el dueño y editor de KRK, y que yo, aparte de un profesor interino del sistema público, había escrito una novela que había presentado a un premio. Benito me pidió que le mandara el manuscrito. Se lo dejé un viernes por la tarde y el sábado por la mañana me llamó entusiasmado. En febrero de 1999, KRK publicó La filosofía en invierno. El libro pasó desapercibido. Hoy no solo ha conocido una segunda edición en KRK, sino que ha sido traducido al francés, lo cual no deja de causarme asombro.